martes, 4 de agosto de 2009

Waltons new School of Music

Mi profesor de saxo es tan alto como desgarbado, pero solo en el sentido fisico de la palabra. Es irlandes y muy gracioso. Su nombre es Dennis. Al principio no le entendia nada. Se lo dije y me contesto que para la musica no importaba. Pero ahora que ya le voy pillando algo, discrepo con el. Creo que es muy importante captar el mensaje de alguien que intenta ensegnarte, por ejemplo, a tocar el saxofon, y para eso, algo tienes que entender. Segun el, mi punto debil es la "dynamic". Es decir, pasar de piano a forte o viceversa sin hacer peligrar los pelillos del timpano de nadie. Y mi punto fuerte, bueno, ese todavia no me lo ha dicho.

La escuela esta en Dublin 2, andando tardo aproximadamente 20 minutos en llegar.

Todos los dias que he tenido clase, menos uno, ha llovido. Lo primero que ocurre en cuanto entro en el aula, es que Dennis me hace un comentario mirando al cielo. Habla tan rapido que soy incapaz de seguir literalmente sus palabras, pero yo creo que se lo que intenta decirme, y es algo como: vaya mierda de tiempo! Asi que, mientras el habla, yo asiento, diciendo al mismo tiempo "yes, yes, yes". Le digo que Espagna le gustaria, pero lo cierto es que cuando pienso en este hombre y en los 40 grados a la vez, la misma imagen visual empieza a derretirse. No sabria donde ubicarle los veranos, la verdad.

El caso es que todos los dias que he tenido clase, menos uno, ha llovido. Y tengo que apagnarme con mi paraguas, un artilugio con el que no me llevo demasiado bien, para cubrirnos el saxo y yo. Es muy divertido. Un dia, de vuelta a casa, iba con los pies tan calados que me meti en "Penneys", una tienda donde venden de todo y bastante barato. En cuanto llegue a la zona del calzado, los ojos se me fueron a unas botas-bambas (b&b, que me hace ilusion utilizar esta letreja) y solo, porque estaban hechas de un material que a mi enteder, iba a repeler el agua luminosamente bien, lentejuelas. Me rei pensando que el agua le resbalaba. Asi que llegue a casa mas feliz que una perdiz con mis b&b por dos euros. Lo primero que hice fue empezar a utilizarlas por el pasillo, el salon, no me podia sentar. Al poco tiempo me empezo a doler el pie. Asi que me tome un descanso. Los dos dias siguientes estuve aguantando la molestia, cosa que me vino muy bien para trabajar el umbral del dolor, pero cuando vi que mi dedo gordo del pie empezaba a parecerse a un anacardo, no tuve mas remedio que despedirme de mis b&b. Lo siguiente fue unas katiuskas negras, que brillaban casi tanto como las lentejuelas, pero madre mia, estuve dos horas caminando con ellas y me sentia como si hubiese escalado los Annapurnas. Que cansancio de piernas. Ahora ya tengo un calzado comodo y ligero, que resbala con el agua.

No os olvideis de las botas cuando vengais a Dublin.

Un beso fuerte.